A diferencia de la temporada limitada de cultivos al aire libre, los cultivos de tomates de invernaderos pueden mantenerse hasta 11 meses. Los tomates de invernaderos se cosechan generalmente verdes y se dejan madurar durante el transporte y luego en el supermercado. Frutos de invernadero con toda su maduración en la planta, tienden a tener una vida de anaquel más larga, mejor sabor y mayor valor en el mercado comparado con los que se cultivan en suelo al aire libre. Las plantas se atan normalmente a un alambre y los brotes secundarios se remueven para mantener un solo tallo. Una vez que se haya cosechado el primer racimo, las plantas podrán bajarse progresivamente para mantener alcanzable el cultivo. Se podan los racimos de flores/frutos para tener la extensión, numero de frutos o peso deseables.
Se mantienen altos niveles de CO2 (de 600 a 1000 ppm) para incrementar la fotosíntesis, la tasa de crecimiento y la producción. Esta práctica se aplica con frecuencia en regiones de bajo rendimiento y bajo sistemas de producción intensivos. Los cultivos más intensivos en invernadero se producen ahora en substratos, como lana de roca, perlite o fibra de coco, aunque cultivos plantados en el suelo también se cultivan en túneles de plástico. La fertirrigación asegura nutrición exacta, eliminando muchos de los factores del suelo que son difíciles de controlar bajo otros métodos de cultivo. Producciones en invernadero requieren grandes volúmenes de agua y los agricultores tienen que tomar en cuenta las sustancias suspendidas y disueltas al elaborar programas de fertilización. Ciertos elementos o compuestos encontrados en el agua de riego pueden tener un efecto negativo en el desarrollo de las plantas y hay que incluir estos en los cálculos. Otros, como calcio y magnesio pueden ayudar a satisfacer una parte de los requerimientos de fertilizantes.